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Consensos para una Argentina unida

Para una Argentina unida, necesitamos una ética de mínimos, una alianza estratégica Estado & sociedad, un modelo de desarrollo integral y un perfil de democracia real

Autores: José Emilio Graglia.

Al hablar de las crisis sufridas desde la recuperación de las instituciones representativas y republicanas de la democracia argentina, se suele pensar en las crisis de 1989 y de 2001 que terminaron con los gobiernos de los presidentes radicales Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa. En rigor, habría que agregar las crisis que concluyeron con los mandatos de Adolfo Rodríguez Saá y de Eduardo Duhalde. Obviamente, también se debe agregar la crisis de 2018/2019 que impidió la continuidad de Mauricio Macri por cuatro años más al frente del poder ejecutivo nacional. Ahora bien, dichas crisis económicas y sociales, entre otras, fueron coyunturales, graves o gravísimas, pero coyunturales.

Sin embargo, hay otras que son estructurales y, a la vez, transversales. Se trata de las crisis de fondo, las que atraviesan las casi cuatro décadas pasadas y, que lamentablemente, siguen ahí. Estas son las que explican las recurrentes dificultades económicas y sociales. Me refiero a cuatro grandes crisis que se alimentan y retroalimentan, viciosamente, de la primera derivan la segunda y la tercera (Rodríguez Alba, 2018) y de estas procede la cuarta (Corporación Latinobarómetro, 2021): 1) una crisis “ética” o de los valores éticos, 2) una crisis “política” o de las ideas políticas, 3) una crisis “organizativa” o de las prioridades nacionales y 4) una crisis “institucional” o de las instituciones representativas y republicanas (Graglia, 2021).

Las crisis que nos quedan (de los valores éticos, de las ideas políticas, de las prioridades nacionales y de las instituciones representativas y republicanas) son los consensos que nos faltan. No tengo dudas al respecto. La mera enumeración parece una montaña difícil de subir o un río difícil de cruzar. Es cierto. Pero nadie dice que debamos hacerlo simultáneamente. Eso sería imposible o insostenible. La clave es ir paso a paso, recuperando confianzas mutuas que se han perdido. Muchos dicen que, hoy por hoy, consensuar es una utopía. No obstante, como decía Bergoglio hace más de 15 años: “La creatividad implica proyectar utopías y, al mismo tiempo hacerse cargo de lo que hay” (2005, p. 78).

A continuación, expongo lo que, creo, debemos y podemos hacer en este presente, como una modesta contribución a un gran debate nacional que sigue pendiente. Los argentinos necesitamos un conjunto de consensos: 1) una ética de mínimos, 2) una alianza estratégica Estado & sociedad, 3) un modelo de desarrollo integral y 4) un perfil de democracia real.

Para superar la crisis “ética”, necesitamos consensuar una ética de mínimos (Carrera, 2003), a partir del respeto irrestricto a la dignidad de cada una de las personas humanas y la consiguiente búsqueda del bien común como un mínimo de bienestar para todas. Es fundamental encontrar algunas verdades compartidas, alentando el diálogo político, partidario y sectorial, garantizar las libertades individuales, fomentando la responsabilidad empresarial, civil y ciudadana, afianzar la justicia social, reparando las inequidades y desigualdades, e intensificar la solidaridad interpersonal, urgiendo el compromiso con las personas y familias que tienen más necesidades insatisfechas y menos recursos para satisfacerlas.

Para superar la crisis “política”, necesitamos consensuar una alianza estratégica Estado & sociedad (Aguilar Villanueva, 2010), a partir de la redefinición de los roles del Estado y de la sociedad como pilares de una economía social de mercado. Es fundamental rescatar el rol de un Estado responsable, estimulando la subsidiariedad en las decisiones gubernamentales y las acciones administrativas, recobrar el rol de una sociedad destinataria, incentivando la participación en las políticas públicas, forjar una economía social de mercado, conciliando la iniciativa privada y el bienestar general, y promover la inserción internacional y la reorganización interna, procurando la integración latinoamericana y la descentralización federal.

Para superarla la crisis “organizativa”, necesitamos consensuar un modelo de desarrollo integral, a partir de un conjunto de prioridades nacionales (García Delgado, 2006). Es fundamental promover el crecimiento económico, aumentando el trabajo decente, disminuyendo la pobreza y erradicando la indigencia, impulsar el desarrollo humano y social, priorizando la educación, la salud, la seguridad y la inclusión, eficientizar la gestión de las finanzas públicas, procurando un equilibrio fiscal sostenido y un superávit comercial ampliado, combatir la corrupción política y la anomia social, recuperando la honestidad de los gobernantes y el civismo de los ciudadanos.

Para superar la crisis “institucional”, necesitamos consensuar un perfil de democracia real, a partir de la consolidación y el perfeccionamiento de la democracia formal que tanto nos ha costado recuperar. Es fundamental fidelizar a los representantes como mandatarios, fortaleciendo los partidos políticos, empoderar a los representados como mandantes, potenciado los mecanismos de accountability, optimizar la organización y el funcionamiento de los poderes republicanos, exigiendo receptividad de los Poderes Ejecutivos y Legislativos e independencia del Poder Judicial, legitimar las instituciones democráticas, recuperando la confianza ciudadana. Desde ya, no es posible que todos estemos de acuerdo con todos, ni en cada uno de los temas ni de una vez y para siempre. Ni siquiera es deseable. La democracia requiere construir consensos, pero también mantener disensos. Las diferencias son tan importantes como las coincidencias. La clave es que estas primen sobre aquellas. 

Bibliografía

  • Aguilar Villanueva, L. F. (2010). Gobernanza: El nuevo proceso de gobernar. México: Fundación Friedrich Naumann.
  • Bergoglio, J. M. (2005). La Nación por construir: Utopía, pensamiento y compromiso. Buenos Aires: Claretiana.
  • Bergoglio, J. M. (2013). Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo: hacia un bicentenario en justicia y solidaridad. Buenos Aires: Claretiana.
  • Carrera i Carrera, J. (2003). Mundo global, ética global. En N. G. Specchia, & G. Morello (Edits.), Crisis, rupturas y tendencias: lecturas críticas de la globalización en la óptica de Cristianisme i Justicia (págs. 217-257). Córdoba: EDUCCC.
  • Corporación Latinobarómetro. (2020). Informe 2021. Santiago de Chile: Latinobarómetro.
  • Francisco, P. (2020). Fratelli Tutti. Buenos Aires: San Pablo.
  • García Delgado, D. (2006). Introducción: El desarrollo en un contexto posneoliberal. En D. García Delgado, & L. Nosetto, El desarrollo en un contexto posneoliberal: hacia una sociedad para todos (págs. 17-36). Buenos Aires: CICCUS.
  • Graglia, J. E. (2021). La democracia ganada. Las crisis que nos quedan son los consensos que nos faltan. Buenos Aires: Fundación Konrad Adenauer.
  • Ressico, M. F. (2010). Introducción a la Economía Social de Mercado. Buenos Aires: Konrad Adenauer Stiftung.
  • Rodríguez Alba, J. (2018). Competencias éticas para el gobierno abierto y la administración relacional. En J. Rodríguez Alba, & G. Lariguet, Gobierno abierto y ética (págs. 275-307). Córdoba: Editorial Universidad Nacional de Córdoba.