No se trata de hacer algunas cosas nuevas sino de hacer nuevas todas las cosas. Una reflexión para proyectar ciudades líderes.
Autor: José Emilio Graglia.
No hay ciudades líderes sin municipios innovadores y no hay municipios innovadores sin autoridades creativas. Si queremos que nuestra ciudad (grande, mediana o pequeña) esté a la vanguardia de las transformaciones sociales de los tiempos que vivimos, sus gobernantes tienen que decidir y accionar políticas públicas basadas en la innovación.
Para eso, utilizando las palabras de Jorge Mario Bergoglio (2005): “Es necesario proyectar utopías y, al mismo tiempo, es necesario hacerse cargo de lo hay. No existe el borrón y cuenta nueva. Ser creativos no es tirar por la borda todo lo que constituye la realidad actual, por más limitada, corrupta y desgastada que esta se presente”.
“Proyectar utopías” es imaginar una ciudad mejor, en una provincia, un país y un mundo mejores. No ideal, mejor. Eso supone una visión a largo plazo de la ciudad que queremos ser, a partir de valores compartidos mediante el diálogo. Esa utopía debe expresar un conjunto de consensos mínimos generados en un tiempo y un espacio determinados.
Nada más lejos del esnobismo que nos condena a la búsqueda desenfrenada ser de ser “los primeros” o “los únicos”, los que hacen algo que no se hacía en otras épocas o que no se hace en otros lugares. Ser disruptivo puede ser tan positivo como negativo. No se trata de hacer algunas cosas nuevas sino de hacer nuevas todas las cosas.
“Hacerse cargo de lo hay” es asumir lo bueno y lo malo del pasado y del presente de cada sociedad, sin beneficio de inventario. Hacerse cargo de la realidad implica conocerla y entenderla, tal cual es y no como nos gustaría o nos convendría que fuera, con las virtudes y los vicios de los otros y, sobre todo, de nosotros.
Sobre la base de ese conocimiento y entendimiento, hace falta “encargarse de la realidad”, es decir, comprometerse, tratar de mejorarla, día a día, sin prisa ni pausa. Finalmente, hace falta “cargar con la realidad”, con las consecuencias de lo que no podemos o sabemos hacer, de las resistencias y los fracasos.
“Ho hay futuro sin presente y sin pasado”, decía Bergoglio: “la creatividad implica también memoria y discernimiento, ecuanimidad y justicia, prudencia y fortaleza. Si vamos a aportar algo a nuestra patria no podemos perder de vista ambos polos: el utópico y el realista, porque ambos son parte integrante de la creatividad histórica”.
Parafraseando al por entonces Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, si queremos aportar algo a nuestra ciudad, debemos ser utópicos y realistas, simultáneamente. Sin el “polo realista”, la utopía de una ciudad cada día mejor es solo un sueño. Sin el “polo utópico”, la cotidianeidad de la gestión municipal es toda una pesadilla.